Me penetra con intensidad salvaje, cada empuje causa un dolor exquisito que se convierte en un placer incontrolable. Su poderosa cola se hunde profundamente, haciéndome gemir con dolor y deseo. La sensación ardiente de su miembro viril me atraviesa, obligándome a someterme a su brutal ritmo. Cada movimiento amplifica el dolor, pero también el placer, creando una experiencia carnal inolvidable. Estoy a su merced, impotente frente a su deseo insaciable, y no puedo evitar disfrutar bajo su control dominante.